15.7.11

Hannah y Lilly;


Tal vez mis experiencias de infancia tuvieron algo que ver con el hecho de conseguir el papel enHannah Montana, pero no hubo ningún amigo de papá que me diera un sabio consejo sobre la vida en el set con mis compañeros de reparto. Si un programa de televisión es como un mundo en pequeño, entonces, al principio, los chicos de la serie éramos como toda una clase de primero de secundaria. Había celos. Había peleas. Había amistad. Había amor. Lo único diferente era que solo éramos tres chicos. 
Emily, Mitchel y yo teníamos edades parecidas. Tres nunca es un buen número. En cualquier momento, alguien se sentiría como el que aguanta la vela (así es como funcionan los tríos). Mitchel y yo enseguida nos hicimos superintimos. Los dos somos alocados, tontorrones, divertidos, llenos de energía, y bromeamos siempre sin poner filtros a lo que decimos o hacemos. Incluso tuvimos un principio de enamoramiento durante un tiempo. Fue muy dulce.
En cambio, Emily era más reservada. Además, es guapa y atlética. Había competencia entre nosotras (siempre la hay entre chicas, y nosotras no éramos la excepción). Yo no hacia mucho para arreglarlo. Quiero decir que quiera hacerlo, pero tampoco tenia ni idea de que hacer para arreglarlo. Nunca me he llevado tan bien con las chicas como me llevo con los chicos. ¿No había soportado durante un año la Operación Amargarle la Vida a Miley, que era una campaña totalmente femenina?
Emily y yo tratábamos de ser amigas, de verdad que si, pero siempre terminaba en una pelea. Somos tan diferentes… Ella es de Los Ángeles; yo soy del sur. Ella es dogmatica. Yo soy anti dogmatica… pero soy tan anti dogmatica que soy dogmatica sobre el hecho de no ser dogmatica. Ella es súper lista. Yo me sentía boba. Una vez, en nuestra clase en el set, acabamos discutiendo a gritos en cuanto se fue el profesor. Fue una pelea tan fuerte, y acabamos tan enfadadas, que cada una se fue a su casa y se lo conto a sus padres. Las dos familias nos reunimos para tratar de resolverlo. Tras aquellas conversaciones de paz, fuimos de puntillas la una con la otra durante un par de semanas, pero no duro. Pronto volveríamos a saltar la una a la yugular de la otra.
Habitualmente, en el set todo el mundo trata con benevolencia a quien se equivoca en una línea del guion. Nosotras no. Nos poníamos en plan de “¡fastidio!” y poníamos los ojos en blanco con caras de exasperación si la otra se confundía. Y en cuanto acabábamos una toma, yo decía: ·¿Ya hemos terminado esta escena?· , o ella decía: ·¿Podemos irnos ya?·. No había efecto, no había química. Interpretábamos a dos amigas intimas y ninguna de las dos quería estar allí. Finalmente, los productores dijeron: ·Ustedes dos se tienen que calmar un poco y unir esfuerzos·
Creo que a veces la gente olvida que edad tenemos. Se preguntan porque nos comportamos como nos comportamos. La mezquindad. El dramatismo. La depresión del acné (ya me referiré a eso mas adelante). ¡Somos adolescentes! Nuestro trabajo es pelearnos. Esa tiene que ser la parte negativa de realizar una serie de televisión sobre adolescentes: tenes que trabajar como adolescentes. Y la parte positiva… hummm. Tal vez no hay ninguna parte positiva.
Realmente deseábamos que fuéramos buenas amigas con Emily. Papá interpretaba a mi padre. Jason Earles, que interpretaba a Jackson, era como un hermano mayor para mí. La serie parecía muy real, y quería que mi relación con Lilly también pareciera real. Ya se que no tenia porque (el mundo del espectáculo es el mundo del espectáculo) pero me sentía decepcionada. Había momentos en los que creía que nunca íbamos a ser amigas. No encontrábamos la manera de llevarnos bien.
Paso el tiempo, y los tres (Mitchel, Emily y yo) seguíamos juntos. Así que nos mantuvimos unidos. Y con el tiempo encontramos maneras de establecer auténticos vínculos de amistad. Había una pasarela estrecha de madera en el set. Nosotros la llamábamos la sala “C.A.D” (una broma nuestra). Subir a la sala C.A.D era peligroso. ¡Tenia varios pisos de altura! Debías sujetarte a unas barandas porque, si te caías, seguro que te matabas. Los productores se debían alegrar por perdernos de vista. No les importaba donde fuéramos. “No vemos nada, no sabemos nada, esto no es cosa nuestra”, era su actitud. 
Subíamos allí a escondidas para almorzar, y durante una hora era como si estuviéramos escondidos en nuestra cabaña del árbol, mucho más allá de nuestros trabajos, nuestros deberes y nuestros padres. Estábamos todos en la misma situación (teníamos una gran oportunidad), lo que significaba trabajar como adultos, aunque no siempre era fácil comportarse como adultos. Las pruebas eran mis peleas con Emily. Pero allí en lo alto de la sala C.A.D podíamos ser chicos normales y traviesos, para variar. No teníamos presión, y había indicios de cariño entre Emily y yo. Nuestros personajes se llevaban tan bien… ¿Por qué no podíamos comportarnos igual en la vida real? A pesar de todos nuestros problemas, en el fondo se que nos caíamos bien, incluso antes. Aunque nos quedaba un camino por recorrer antes de llegar a ser realmente amigas.

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