28.7.11

El resto de nosotros;

Falta Trace, sepan disculpar u.u
Mi nueva vida no solo me afectaba a mí. También a mis hermanos. Pero tiene una gran capacidad de adaptación. Mi hermano pequeño, Braison, es dos años más pequeño que yo. Es el sensible de la familia (siempre tiene mucho cuidado con los sentimientos de los demás). Brazz, como yo lo llamo, puede venir a contarme cualquier cosa, y juramos con nuestro saludo secreto guardarnos los secretos más serios. No les voy a mentir (no se me suele dar bien eso de guardar secretos). Pero si Brazz me confía algo, no hay nada que pueda hacerme traicionar su confianza. Podrían amenazarme con un cuchillo, que yo no diría nada. Brazz y yo nos hicimos íntimos hace un año. No le quiero echar toda la culpa a la moda, pero creo que fue cuando un par de zapatillas Converse. Yo pensé, ok, ya no es un aspirante a niño sofisticado.
Noah es la benjamina de la familia y la comedianta. Es una listilla, y no se le escapa nada. Cuando Noah tenía cuatro años, una amiga y yo le preguntamos si podíamos maquillarla, y procedimos a pintarla como a un payaso. Le pintamos círculos de color rosa brillante en las mejillas y le perfilamos una enorme boca azul. Hoy todavía me lo echa en cara. Si alguna vez le pido maquillarla, me contesta: ·¡No, que vas a hacer que parezca un payaso!·, y no me deja.
Noah quiere que su habitación sea como el Arca de Noé. Tiene una gigantesca jirafa de peluche en un rincón y un caballo de peluche igual de grande en otro. Tiene peces, pájaros y un perro. Noah quiere tener tantos animales a su alrededor como sea posible. Eso es lo que ella y yo (y mamá) tenemos más en común. No hay nadie a quien le gusten tanto los animales como a nosotras.
El año pasado, mamá, papá y Brandi fueron a un concierto, y yo me quede haciendo de niñera de Noah. En cuanto se marcharon, Noah dijo: ·Tú eres la divertida. Quiero hacer algo realmente divertido·. ¿Quién era yo para discutirlo? Así que saque un cuenco grande y le eche jarabe de arce, Coca Cola, helado, nata montada, algunos caramelos y algunos confites por encima. Le di una cucharada a Noah y le dije: ·Veamos cuanta azúcar te cabe dentro·. Noah comió hasta que le entraron ganas de vomitar.
Luego, para darle a su aparato digestivo un tiempo para recuperarse, decidí regalar sus sentidos con un relajante tratamiento de belleza. Elabore una crema facial personalizada especial con huevos, miel, plátanos y… básicamente todo lo que se me ocurrió. Cuando mis padres entraron por la puerta, mamá pregunto: ·¿A que huele?·. La cocina estaba hecha un asco. Había comida por todas partes. Y mamá tenia razón, no olía demasiado bien. Pero por la mañana, lo primero que hizo Noah fue ponerse las manos en las mejillas y decir: ·¡Tengo los poros tan limpios! Mi piel esta suave como la de un bebé·. Yo le dije algo así como: ·Eso es porque eres un bebé·. Me alegra mucho seguir pudiendo experimentar momentos como esos. Detestaría perderlos.
Mis hermanos mayores ya no viven en casa, aunque siguen visitándonos a menudo, y cuando vienen lo dejo todo (excepto el colegio y los deberes) para pasar tiempo con ellos. Brandi es el ángel de la familia. Es la persona mas sincera y digna de confianza que se puede conocer. Aunque es nerviosa, también es muy buena chica. Trace es el despreocupado. No le importa lo que puedan pensar los demás de el. Trace es súper rockero (me encanta su banda, Metro Station). Si tuviera que clasificar a mi familia, diría que el es el que mas se parece a mi. O supongo que soy yo la que me parezco a el, porque es mayor que yo.
Ahora que estoy tan ocupada, soy muy consciente de cuanto tiempo paso exactamente con mi familia. Quiero asegurarme de aprovecharlo al máximo. No es que nos hayamos sentado y hayamos establecido reglas como “todo el mundo tiene que estar en casa los martes para comer asado” o “prohibido hablar con el celular en la sala de estar”. Nuestra casa es un lugar ruidoso y concurrido, con familia, amigos y animales yendo de aquí para allá. Aunque, como la mayoría de la gente tratamos de dejas las tensiones (y por supuesto el trabajo) fuera de casa. En casa, no soy ninguna celebridad. Todo el mundo me llama todavía por mi nombre, aunque, en vez de corearlo como en los conciertos, lo gritan para que recoja mi ropa sucia. En casa, simplemente soy alguien que tiene trabajo antes que la mayoría de los demás chicos. Lo bonito de nuestra familia es que todo lo que hago ahora son cosas que papá ha realizado durante tanto tiempo (antes de que yo empezara), que nadie les da demasiada importancia. 

22.7.11

Un día “normal”;


Después de la gira con las Cheetah Girls toco volver a casa, y volver al trabajo en el set de Hannah Montana. Aquella primera mañana, desperté en nuestra casa de Los Ángeles con la voz del sistema de alarma que decía “puerta de entrada abierta”. Lo que significaba que alguien de mi familia había salido a pasear a los perros. Salí a rastras de la cama, me cepille los dientes, me duche y abrí uno de mis dos armarios. Ambos estaban repletos de más ropa de la que podría ponerme en todo un año. La mitad de la ropa la compre en Forever 21 y Walmart, y la otra mitad eran regalos de diseñadores como Chanel, Gucci y Prada, que empecé a recibir a medida que despegaba la serie. Es una vista rápida a las dos facetas de mi vida, lo que yo misma elijo y lo que la gente quiere que me ponga, todo comprimido y difícil de localizar en esos dos armarios.
En cuanto estuve vestida, persuadí a uno de los miembros de la familia con carnet de conducir para que me llevara al set de Hannah Montana a tiempo para el ensayo de las 8 de la mañana. Paramos para comer a las 12.30. Mis compañeros de reparto (Mitchel y Emily) y yo nos pusimos al día, contándonos las novedades de nuestras vidas en un tiempo record, y volvimos al trabajo.
Tras el ensayo, me dirigí a una sesión fotográfica para la portada de la revista Seventeen, y luego volví a casa para trabajar en una canción que tenia que estar lista para la sesión de grabación de la semana que viene. Cene con la familia (excepto papá, que estaba fuera de la ciudad, y Brandi, que estaba en su apartamento) y regrese luego a mi habitación para revisar el correo electrónico.
Me registre a AOL y vi una foto espontanea de mi misma como pagina de inicio. ¡No estaba mal, esta vez! Mas tarde inicie sesión en Miley World (si, yo también tengo una contraseña para la pagina web de Miley World) para leer el correo de mis fans. Posteriormente me acosté, dormí, me desperté, me lave y me prepare para repetir. 
Era la segunda temporada de Hannah Montana. Podía afirmar con seguridad que mi vida había cambiado.

15.7.11

Mala suerte en Saint Louis;


Antes de salir de gira con las Cheetah Girls, mamá exigió una cosa. Normalmente, cuando sales de gira para dar conciertos, todo el equipo convive en diversos autobuses. Yo compartía el equipo con las Cheetah Girls, de manera que el grupo total era numeroso (unas cien personas repartidas en tal vez cuatro autobuses). Los bailarines, dos chicos y dos chicas, andaban ya por los veinte. Yo tenía trece años. Mamá dijo que no le importaba si yo no ganaba un centavo en la gira. Quería que las cosas fueran, dentro de lo posible, de lo más normal para mí. Así que pago un autobús más solo para mi, mamá, la abuela y mi hermana Noah. (El resto de mis hermanos se quedaron en la escuela). Después del espectáculo, yo volvía a mi autobús, hacia los deberes y luego veía una película con mamá y Noah. Todo era extrañamente normal. Si se le puede llamar normal a que una adolescente haga una gira de conciertos por veinte ciudades.
Yo estaba encantada con que mamá alquilara un autobús extra. Estar con el equipo es divertido durante un rato, pero a mi me resulta imposible vivir así. Necesito mi espacio. Necesito tiempo de descanso. Y era algo más que una cuestión psicológica. Como he dicho antes, raro o no, me gusta estar sola.
Aunque se había resuelto la situación del autobús para la gira, no todo fue como una seda en esa gira. Concretamente, hay dos palabras que simbolizan lo que NO fue como una seda… Saint Louis. No tengo nada en principio contra Saint Louis, pero tampoco pueda decir que quiera volver.
Mi mala suerte en Saint Louis comenzó en esa gira, y no me ha abandonado desde entonces. Estaba en el escenario cantando Who says cuando empecé a encontrarme mal, mareada, como si fuera a vomitar. Salí corriendo del escenario. Fue un momento horrible. Mis bailarines continuaron en lo suyo. ¡Ni siquiera se dieron cuenta de que yo me había ido!
En cuanto empecé a sentirme mejor (unos cinco minutos más tarde) corrí de vuelta al escenario. Dije: ·Lo siento, chicos, tenia que arrojar·. (Luego mamá me dijo: ·Tu si que tienes clase, Miley. Supongo que ya nunca nos invitaran a cenar al palacio de Buckingham·). Luego volvió a ocurrirme. Tuve que salir corriendo del escenario durante Best of both worlds. Hasta aquí lo de “que no pare el espectáculo”. Pensé que seria un virus de estomago, y al día siguiente (todavía estábamos en Saint Louis) ya me encontraba mejor; de modo que aquella noche actué.
Sin embargo, volvió a ocurrirme. No sé como, aquel día conseguí completar mi actuación, pero en la siguiente ciudad, Dallas, fui al medico. Dijo que estaba bien, pero en el concierto de la noche volví a encontrarme mal. Aquello no era normal. Y no eran los nervios. Los nervios me hacen tener pis cuando ya no hay tiempo para hacer pis. Aquello era diferente. Notaba que algo iba realmente mal. Fui a otro medico, y esta vez me hicieron un ecocardiograma (un ecocardiograma utiliza ultrasonidos para mirarte el corazón. No duele nada. Como cuando miran al bebe de una mujer embarazada excepto que si te encuentran un bebe en el corazón, tienes un problema grande). Me encontraron un orificio, un pequeño agujerito, en el corazón (¡y eso era antes de mi primera ruptura sentimental!), aunque dijeron que el autentico problema era la taquicardia.
“Taquicardia” significa que mi ritmo cardiaco se acelera y el resto de mi cuerpo no puede mantener el ritmo. (Taqui significa “demasiado rápido” y cardia significa “corazón”. Cuando le conté a Brazz mí diagnostico, me dijo: ·¿Seguro que no tienes taquiboquia?·). Se supone que si tenía un problema, era que una parte de mi cuerpo trabajaba mas duro de lo que debería e iba demasiado rápido. Siempre he sido exagerada.
El tipo de taquicardia que tengo no es peligroso. No me hará ningún daño, pero me preocupa. Mis pulsaciones aumentan mucho solo con subir un tramo de escaleras. Es peor cuando llevo peluca. Me acaloro, mi cuerpo trata de enfriarse y me corazón va súper rápido. Cuando llevo esa peluca en un concierto, a veces no puedo ni respirar ni pensar. Siento claustrofobia. No hay un momento sobre el escenario en que no piense en mi corazón.
Salmo 43: 5
¿POR QUE DESFALLEZCO AHORA
Y ME SIENTO TAN AZORADO?
¡PONDRE MI ESPERANZA EN DIOS!

Aquel diagnostico me paro en seco. En aquella gira, sentía que era muy importante para mi tener un aspecto magnifico. No comía demasiado. Algunos días solo comía un bollo relleno con mermelada. Y nada más. Eso no era bueno. Siempre me he peleado con mi peso pero, cuando descubrí que tenia un orificio en el corazón, pensé que no tenia sentido que sacrificara mi salud para estar delgada. Estaba asustada. Como muchas chicas de mi edad, puedo sentirme cohibida por mi aspecto, pero tuve claro inmediatamente que prefería mil veces estar sana y tener mi talla normal. En cuanto volví a casa de aquella gira, papá me llevo a uno de mis restaurantes chinos favoritos, el Panda Express. Me dijo: ·Tienes un orificio en el corazón, cielo. Así que a comer·.
Siempre había pensando que esforzarme al máximo era el camino para conseguir mis sueños. Pero mi cuerpo tiene límites que tengo que respetar. Tengo que cuidarme o enfermare. Ahora me aseguro de comer bien, de dormir lo suficiente y de evitar la cafeína antes de las actuaciones. (Esto ultimo fue lo único realmente difícil: ¡me encanta la coca – cola!).
En esa gira, aprendí que puedo exigirme demasiado. Es fácil de hacer. Los fans me animarían, y los productores me animarían, y mi familia y amigos me animarían. Pero soy yo la que va en el asiento del conductor y, si alguien debe pisar el freno, tengo que ser yo. Fue una lección importante que aprendí. En cierto modo, creo que fue una especie de advertencia de que debo ir con cuidado, pero de todos modos tengo que cuidarme. Me obliga a mantener un cierto equilibrio.
Si, y volviendo a lo de Saint Louis, la siguiente vez que fui allí (para cantar el himno de los Estados Unidos en un partido de los Cardinals), el partido se suspendió por la lluvia. Y también Saint Louis fue el lugar de actuación de mi primer concierto en la gira con los Jonas Brothers, que ustedes pensaran que es algo bueno… pero ya se los contare mas adelante. 

El centro de atencion;


13 de septiembre del 2006.Este es el principio y el fin. El principio de un largo viaje y de un nuevo camino, y el final de un estilo de vida corriente. Espero encontrar amor, aventuras, diversión y emociones. 
A pesar de mi bocado de pastel de humildad, la vida seguía yendo a todo gas. Hice varias galas como telonera de las Cheetah Girls, en su gira “The party’s just begun”, en otoño del 2006. Ya habíamos terminado de rodar la primera temporada de Hannah Montana, aunque solo se había emitido la mitad de la serie. Antes del concierto de las Cheetah Girls, nadie sabía si la gente le importaría que yo les hiciera de telonera. Ciertamente, Hannah Montana había sido un éxito inmediato, aunque eso no significada que alguien quisiera verme en concierto como Hannah. Hannah es una cantante de ficción. Tal vez toda su fama también era ficticia. Así que los promotores de la gira no se gastaron mucho dinero. No había ningún telón espectacular que se abriera lentamente para mostrarme sobre el escenario. Ni subía sobre una plataforma como una autentica rockera. Así, ¿Cómo hacia mi aparición en el escenario? Dos bailarines sujetaban una sabana blanca normal para ocultarme, y luego la dejaban caer. Si, si, una sabana de cama. Tenia cuatro bailarines (ahora llevo hasta doce bailarines). Tenia una banda grabada en vez de una autentica banda (ahora tengo una banda de siete músicos). Todo mi vestuario estaba sacado de los estantes de la tienda Forever 21 (ahora todo mi vestuario de Hannah es personalizado). Pero a mi me daba igual si estaba ante una pared negra y lisa. Papá siempre dice que un músico autentico puede dar un gran espectáculo con cualquier cosa, por pequeña que sea. Y yo estaba decidida a ser una gran música.
Cuando actúas de telonero, imaginas que nadie ha venido para verte a ti. La gente llega con sus amigos; para la actuación principal, y no tienen ningún motivo en absoluto para prestar atención a esa chica cualquiera con peluca rubia, que se cree una estrella de la tele. Pero aquel concierto importaba mucho para mí. Era mi primera y quizás única oportunidad de demostrar a todo el mundo lo que podía hacer como artista, y no podía permitirme arruinarlo. Se suponía que tenía que entusiasmar al público. Si no estaba a tono cuando salieran al escenario las Cheetah Girls, la culpa seria mía. 
Se vendieron todas las entradas para el concierto, lo que fue una sorpresa para todo el mundo. Me gustaba tener mucho público. Al menos, con tanta gente, no tenía que preocuparme de que no hubiera aplausos, sino solo grillos. Podía arreglármelas con esa cantidad de gente (eso esperaba).
Nunca estoy sola entre bastidores. Antes de que empiece el espectáculo, mis bailarines y yo realizamos un pequeño ritual. Nos reunimos en círculo con las manos juntas en el centro y gritamos “¡A muerte!”. Luego, mi director de escena, Scottie Dog, un viejo rockero tatuado de los de antes, me indica donde debo esperar y se queda conmigo hasta que salgo a escena. 
Mientras esperaba entre bastidores la noche del estreno, la peluca rubia me producía picazón, calor y sudor. Y tenia ganas de hacer pis. Muchas. Pero era demasiado tarde. (La historia de mi vida es tener pis cuando ya es demasiado tarde; es un código corporal que viene a decir “¡Estas nerviosa y podrías echarlo todo a perder!”). Scottie Dog me hizo una señal y camine hasta el micrófono. Mire a través de la sabana a la multitud de Key Arena, en el centro de Seattle. Mas de 16.000 personas me estaban mirando (o a mi sabana blanca de cama, al menos), esperando mi actuación. Me sentí realmente pequeña sobre aquel escenario. ¡Era demasiado pequeña! ¿Por qué tenia que estar allí? ¿Cómo podría ganarme a tantísima gente? Sin embargo, hacer de animadora me había enseñado a canalizar mi miedo en forma de energía. Tal vez me sentía pequeña, pero estaba dispuesta a hacerlo todo mayor y mejor para compensar. 
Respire hondo, cayo la sabana y empecé con I got nerve. No sabía si podría evitar que una multitud de 16.000 personas me tirara  tomates (o bocadillos de mantequilla y mermelada, pues la multitud era joven). Pero si que sabia que me encantaba cantar, así que empecé concentrándome únicamente en cantar. 
En cuanto empecé a cantar me relaje un poco. Al poco rato, me sentí lo bastante tranquila como para echar un vistazo al publico. Así que mire… y no podía creer lo que veía. ¡Había un mar de camisetas de Hannah Montana! Aquel público no había acudido a ver solo a las Cheetah Girls. ¡Sabían quien era yo! (o sabían quien eran mi personaje de la televisión cuando no era ella misma. Pero no seamos tan quisquillosos). Cuando empecé a cantar I got nerve, la gente cantaba conmigo. ¡Se sabían la letra de pe a pa! Pronto oí que coreaban “¡Hannah!” o “¡Miley!” (¿Lo ven? Sabían quien era yo. O más bien sabía quien era mi personaje de la televisión cuando era ella misma. Aunque repito, no seamos tan quisquillosos). Mamá estaba entre bastidores con mi manager, Jason. Se quedaron mirando el uno al otro con la boca abierta de par en par. ¿Qué? ¡Aquello se había descontrolado!
Había pasado tan poco tiempo desde que estaba en sexto conteniendo las lágrimas un día tras otro… Aquellas niñas me habían hecho sentir totalmente despreciable, invisible. Pero ahí estaba la reacción en sentido contrario que había estado esperando. Ahí estaba la prueba de que no habían podido detenerme. Si acaso, me habían empujado hacia adelante. Por encima de toda aquella oscuridad, brillaba ahora una luz en mi vida. Me sentía elevada, no tanto por el éxito o la fama o nada que tuviera que ver con mi situación en Hollywood como por el momento. Mi corazón volaba. Mi alma flotaba. Me sentía radiante. 
Por supuesto, si pudiera volver atrás, preferiría no sufrir los malos momentos de sexto. Pero ahora, ahora que aquello se había terminado, en algún lugar de la crueldad de aquellas niñas había un regalo para mí. Había dejado todos los recuerdos en el fondo del océano, pero ahora aquel pasado volvía flotando hacia mí.  Como un mensaje en una botella. La mire, me sentí feliz, le presente mis respeto y luego la volví a lanzar.
Mientras escuchaba los últimos acordes de I got nerve pensé “esta es para ellas”.
No dejaba de preguntarme que relación había entre la respuesta del publico y de la popularidad de la serie o de mi carrera. Reconocí lo que estaba pasando por los conciertos de papá. Los chicos y las chicas cantaban a coro las letras de mis canciones. Los padres bailaban con sus hijos. Los mire y vi caras de felicidad. Papá siempre dice que en ese momento (cuando vos, la banda y el público hacemos música todos juntos) nos convertimos en uno. Eso es armonía. Y en eso consistía todo.
La vida puede ser imprevisible y dura. Hay un montón de cosas deprimentes en el mundo en las que podríamos pensar todos. Tal vez deberíamos hacerlo. Pero, ¿aquella noche, en aquel momento, cantando todos juntos a coro? Fue algo que todos compartimos y, mientras estábamos cantando, por muchos problemas que hubiera en el mundo, por muchos problemas que pudiera tener la gente en casa, por muchos abusones que pudieran esperar después de clase a algunos de los niños del público, yo sentía que nos habíamos quitado todo eso de la cabeza durante un espacio minúsculo de tiempo y simplemente disfrutábamos de la compañía mutua. Había traído un poco de esperanza al público. Había descubierto la manera de hacer feliz a la gente. Y eso es lo mejor que hay.
Actué en veinte conciertos con las Cheetah Girls en un mes, el ultimo de los cuales fue el 14 de octubre en Charlotte, en Carolina del Norte. Diez días después, salió a al venta la banda sonora de Hannah Montana, con toda la música de la serie de televisión. Mi vida empezaba a parecer la mejor navidad de la historia: cada regalo era una nueva oportunidad o la noticia de un éxito que solo había imaginado en mis sueños más disparatados. La banda sonora debuto en la lista de éxitos en el numero uno.
¡Si, rayos! Hannah Montana ya no era la telonera de nadie. Era la cabeza de cartel. Mis sueños se habían hecho realidad. Era cantante. Y era actriz. Entonces, ¿y que si el sueño hecho realidad venia con una peluca rubia enganchada a la cabeza? Servidora no tenía ninguna queja. Ya saben el dicho “vale mas peluca en la cabeza en el váter de sexto”. Bueno, ok, tal vez no sea un dicho demasiado común. ¡Dejémoslo en que sabia que no hay que mirar el dentado al caballo regalado! 

Que siga el espectaculo;


Esperaba estar nerviosa en mi nuevo trabajo, pero grabar la serie no fue ni por asomo tan terrorífico como lo habían sido los castings. En el set nadie me estaba juzgando. No estaba delante de un grupo de personas que decidirían mi futuro. Y lo mejor de todo, no era en directo. Si algo no funcionaba, podíamos volver a intentarlo. Siempre había mas cinta. Claro que a veces todavía me angustiaba. Pero era donde yo quería estar. Trabajábamos en equipo, tratando de hacer la mejor serie posible.
Desde el principio hubo algunos momentos surrealistas. Por ejemplo, era un poco raro ver que hubiera gente que me elegía los novios. Yo no tenia nada que ver con los castings, de manera que simplemente me presentaba a trabajar un lunes y me presentaban a mi nuevo novio. “Ah hola”. En las escenas de besos pensaran que tiene que ser violento besar a alguien que apenas conoces, pero simplemente no parecen algo real. Nadie se lo toma en serio. Es parte del trabajo. Yo beso del mismo modo que finjo ser sonámbula o tener nauseas al ver el armario de Jackson. Es una escena. Aunque tengo que confesar que estaba un poco emocionada cuando vi que Miley iba a besar a Jake. Creo que Cody Linley es muy lindo. Y, por supuesto, me encanto cuando en la segunda temporada apareció Jesse McCartney como estrella invitada. He sido fan suya desde siempre.
Hacia la final de aquella primera temporada, vinieron súper estrellas como Dolly Parton, Brooke Shields y Vicki Lawrence. Tal vez debería haberme sentido intimidada, pero era nuestra serie. Estaban de visita en un lugar donde mis compañeros de reparto y yo nos pasábamos la vida. Allí me sentía segura la mayor parte del tiempo. Excepto cuando Miley Stewart tenía que patinar disfrazada de gallina. Y, más tarde, cuando tuve que llevar un disfraz de gorda luchadora de sumo, estaba que echaba chispas. Yo pensaba que llevar una peluca era un sufrimiento, pero esos disfraces enormes me hicieron sentir mas respeto por las personas que llevan los disfraces de Mickey Mouse y compañía de Disneyland. No podía soportarlo. Supongo que sentía claustrofobia. No suelo tener problemas, pero para esas escenas quería tener a mamá a mi lado.
Tuve una suerte extraordinaria con Hannah Montana. Desde el inicio sentí que yo era Hannah. No tenia que esforzarme por meterme en el personaje o tratar de sentir lo que ella sentía. Esas eran habilidades que desarrolle con el tiempo, pero, al principio, tenia la impresión de que el papel estaba escrito exactamente para mí. Incluso me resultaba fácil memorizar los guiones. Soy un fenómeno de la naturaleza. Puedo leerme una escena un par de veces y aprendérmela. Antes de que me dieran el papel, nunca me preocupo la capacidad de memorización (¡aunque, viéndolo en retrospectiva, debería haberme preocupado!) pero resulto que no lo necesitaba. Claro que a veces también me equivocaba, pero formaba parte del proceso de aprendizaje.
Algo parecido me ocurría con los ensayos. ¿Repasar guiones? ¿Practicar? No era lo que mas me gustaba. Mis días favoritos de la semana eran los que grabábamos la serie realmente. Los consideraba los días auténticos, los días de verdad. Los ensayos parecen imágenes a cámara lenta, pasos de tortuga, comparados con el subidon de adrenalina que se experimenta al actuar.
Aparte de eso, no los cambiaria por nada, incluidos los momentos lentos. Y, al principio, era todo tan nuevo que nada me parecía lento ni por asomo. Recuerdo que, la primera vez que me prepare para pisar la alfombra roja fue para el estreno de Chicken Little. Era una película de Disney y quería verla, así que pedí entradas para el estreno. Mamá y yo fuimos de compras en busca de un vestido elegante de Charlotte Russe. Recuerdo que dije: ·Mamá, ¿puedo decirles que es para un estreno?· Pensaba que así me ayudarían mas o me traerían un vaso de agua cristalina o algo. Mamá contesto: ·Nadie va a creerte, ¿Sabes cuanta gente de Los Ángeles entra en las tiendas diciendo eso?·
Acabe llevando una simple remera negra con una cruz. Yo creía que iba muy linda, aunque, comparado con lo que llego a ponerme hoy en día… Cuando fuimos a la película camine por la alfombra roja hacia los flashes de las cámaras de los fotógrafos que gritaban nombres de estrellas “¡Zach! ¡Joan! ¡Steve!” Cuando pase yo, bajaron las cámaras. Adiós a mi fantasía de la alfombra roja.
Una vez acabada la película, mamá y yo fuimos a la fiesta posterior. Todo el mundo hablaba y se paseaba y todo el mundo parecía conocerse. Cogimos nuestros platos de comida y buscamos un lugar para sentarnos. Todas las mesas estaban llenas de gente que evidentemente llevaba en ese mundo mucho más tiempo que yo.  No había sitio para sentarse. Así que nos acomodamos en el suelo para comer. Nadie se fijo en nosotras. Éramos las mayores perdedores de la historia. Fue bastante humillante. 

El cielito de papá;


Mientas, papá y yo estábamos trabajando muy bien juntos. Todos los adolescentes y sus padres suelen tener los mismos problemas. Vos queres un nuevo celular, pero tu papá no te da el dinero para comprarlo. Papá no te deja ir a ver una película porque tienes que quedarte en casa a estudiar. Te pones celosa cuando tu padre empieza a escribir canciones para los Jonas Brothers (Ok, tal vez esto ultimo no es un problema universal).
Los guionistas de Hannah Montana estaban inventando historias sobre cosas que tenían sentido en mi relación con papá, porque eran las típicas peleas entre padre e hija adolescente. Pero observándonos, cogían cosas de nuestra manera de funcionar y los utilizaban para hacer que los personajes se nos parecieran todavía más. Cosas como que papá me llame “cielo” en la serie. Siempre me llama “cielo” y “cielito” en la vida real. Y algunas de las expresiones más sureñas salen directamente de la boca de papá, como “repampanos”. Es una expresión muy típica de papá.
También encontraron la manera de utilizar algunas de las canciones de papá en la serie. Ready, set, don’t go es una canción que escribió papá cuando me dieron el papel de Hannah. El todavía no estaba en el reparto. Nuestra familia había hecho las maletas y se dirigía hacia Los Ángeles. Se quedo viendo como nos alejábamos en el coche, feliz por ver que mis sueños se hacían realidad y triste por la idea de que me fuera tan lejos (y que me hiciera mayor. ¿Qué papá no tiene esos momentos agridulces?)
Un año más tarde, haríamos un episodio sobre esa canción. Fue el episodio con mayor índice de audiencia desde que la serie esta al aire, y la canción se convirtió en un exitazo para ambos. Por supuesto, papá no estaba pensando en nada de eso cuando escribió la canción. Estaba viviendo su momento, y papá procesa sus emociones a través de la música, igual que yo.
A medida que pasaba el tiempo, nuestras vidas coincidían cada vez más con las de nuestros personajes y viceversa. Y a mi ya me estaba bien.

Hannah y Lilly;


Tal vez mis experiencias de infancia tuvieron algo que ver con el hecho de conseguir el papel enHannah Montana, pero no hubo ningún amigo de papá que me diera un sabio consejo sobre la vida en el set con mis compañeros de reparto. Si un programa de televisión es como un mundo en pequeño, entonces, al principio, los chicos de la serie éramos como toda una clase de primero de secundaria. Había celos. Había peleas. Había amistad. Había amor. Lo único diferente era que solo éramos tres chicos. 
Emily, Mitchel y yo teníamos edades parecidas. Tres nunca es un buen número. En cualquier momento, alguien se sentiría como el que aguanta la vela (así es como funcionan los tríos). Mitchel y yo enseguida nos hicimos superintimos. Los dos somos alocados, tontorrones, divertidos, llenos de energía, y bromeamos siempre sin poner filtros a lo que decimos o hacemos. Incluso tuvimos un principio de enamoramiento durante un tiempo. Fue muy dulce.
En cambio, Emily era más reservada. Además, es guapa y atlética. Había competencia entre nosotras (siempre la hay entre chicas, y nosotras no éramos la excepción). Yo no hacia mucho para arreglarlo. Quiero decir que quiera hacerlo, pero tampoco tenia ni idea de que hacer para arreglarlo. Nunca me he llevado tan bien con las chicas como me llevo con los chicos. ¿No había soportado durante un año la Operación Amargarle la Vida a Miley, que era una campaña totalmente femenina?
Emily y yo tratábamos de ser amigas, de verdad que si, pero siempre terminaba en una pelea. Somos tan diferentes… Ella es de Los Ángeles; yo soy del sur. Ella es dogmatica. Yo soy anti dogmatica… pero soy tan anti dogmatica que soy dogmatica sobre el hecho de no ser dogmatica. Ella es súper lista. Yo me sentía boba. Una vez, en nuestra clase en el set, acabamos discutiendo a gritos en cuanto se fue el profesor. Fue una pelea tan fuerte, y acabamos tan enfadadas, que cada una se fue a su casa y se lo conto a sus padres. Las dos familias nos reunimos para tratar de resolverlo. Tras aquellas conversaciones de paz, fuimos de puntillas la una con la otra durante un par de semanas, pero no duro. Pronto volveríamos a saltar la una a la yugular de la otra.
Habitualmente, en el set todo el mundo trata con benevolencia a quien se equivoca en una línea del guion. Nosotras no. Nos poníamos en plan de “¡fastidio!” y poníamos los ojos en blanco con caras de exasperación si la otra se confundía. Y en cuanto acabábamos una toma, yo decía: ·¿Ya hemos terminado esta escena?· , o ella decía: ·¿Podemos irnos ya?·. No había efecto, no había química. Interpretábamos a dos amigas intimas y ninguna de las dos quería estar allí. Finalmente, los productores dijeron: ·Ustedes dos se tienen que calmar un poco y unir esfuerzos·
Creo que a veces la gente olvida que edad tenemos. Se preguntan porque nos comportamos como nos comportamos. La mezquindad. El dramatismo. La depresión del acné (ya me referiré a eso mas adelante). ¡Somos adolescentes! Nuestro trabajo es pelearnos. Esa tiene que ser la parte negativa de realizar una serie de televisión sobre adolescentes: tenes que trabajar como adolescentes. Y la parte positiva… hummm. Tal vez no hay ninguna parte positiva.
Realmente deseábamos que fuéramos buenas amigas con Emily. Papá interpretaba a mi padre. Jason Earles, que interpretaba a Jackson, era como un hermano mayor para mí. La serie parecía muy real, y quería que mi relación con Lilly también pareciera real. Ya se que no tenia porque (el mundo del espectáculo es el mundo del espectáculo) pero me sentía decepcionada. Había momentos en los que creía que nunca íbamos a ser amigas. No encontrábamos la manera de llevarnos bien.
Paso el tiempo, y los tres (Mitchel, Emily y yo) seguíamos juntos. Así que nos mantuvimos unidos. Y con el tiempo encontramos maneras de establecer auténticos vínculos de amistad. Había una pasarela estrecha de madera en el set. Nosotros la llamábamos la sala “C.A.D” (una broma nuestra). Subir a la sala C.A.D era peligroso. ¡Tenia varios pisos de altura! Debías sujetarte a unas barandas porque, si te caías, seguro que te matabas. Los productores se debían alegrar por perdernos de vista. No les importaba donde fuéramos. “No vemos nada, no sabemos nada, esto no es cosa nuestra”, era su actitud. 
Subíamos allí a escondidas para almorzar, y durante una hora era como si estuviéramos escondidos en nuestra cabaña del árbol, mucho más allá de nuestros trabajos, nuestros deberes y nuestros padres. Estábamos todos en la misma situación (teníamos una gran oportunidad), lo que significaba trabajar como adultos, aunque no siempre era fácil comportarse como adultos. Las pruebas eran mis peleas con Emily. Pero allí en lo alto de la sala C.A.D podíamos ser chicos normales y traviesos, para variar. No teníamos presión, y había indicios de cariño entre Emily y yo. Nuestros personajes se llevaban tan bien… ¿Por qué no podíamos comportarnos igual en la vida real? A pesar de todos nuestros problemas, en el fondo se que nos caíamos bien, incluso antes. Aunque nos quedaba un camino por recorrer antes de llegar a ser realmente amigas.

Cazando conejos;


No todos mis primeros recuerdos musicales son sobre un escenario. Desde que tengo uso de razón, la música ha formado parte de mi vida cotidiana. El abuelo de papá, mi bisabuelo (E. L. Cyrus), era un predicador pentecostal. Además de ser legislador por el estado de Kentucky, mi abuelo (Ronald Ray Cyrus) canto con el cuarteto Crownsmen durante un tiempo y siempre tuvo un cuarteto de góspel. Mi abuela paterna (Ruthie Cyrus) también era aficionada a la música, cantaba y tocaba el piano de oído. Y por lo que se refiere a nuestra casa, la guitarra de papá siempre estaba fuera. Papá, mi tío y mi abuelo solían cantar Little Red Caboosee Noche de paz. Especialmente, en la época navideña, la casa se llenaba de villancicos. 
Durante mi infancia, papá traía a casa montones de amigos músicos. Me senté en el regazo de Waylon Jennings mientras el cantaba Good – Hearted Woman. Cuando tenía diez u once años, Ed King (el guitarrista de Lynyrd Skynyrd) me enseño los acordes de Sweet Home Alabama en mi primera guitarra.
Un día vino de visita Johnny Neel (antiguo tecladista de los Allman Brothers). Papá y yo dimos un paseo con el hasta la cima de una colina cerca de nuestra casa. Johnny era ciego, así que andábamos con cuidado. El utilizaba un bastón mientras yo le daba la otra mano. Cuando nos sentamos en la cima, Johnny dijo: ·Debe ser muy bonita la vista desde aquí arriba. Ojala pudiera ver lo bonita que es·. Eso paso antes de que yo pudiera acordarme, pero según cuenta papá, yo le dije: ·Pues escucha el viento. Se puedo oír la voz de Dios en el viento·. Y cuando Johnny Neel se quedo allí sentado en silencio, le dije: ·Si pones la cabeza cerca de la hierba, la oirás·. Johnny se puso de cuatro patas, acerco la oreja al suelo y dijo: ·Tienes razón, bonita·
Papá cuenta un montón de historia sobre mi y sus amigos músicos. Aunque mi favorita es la historia sobre Carl Perkins (un gran pionero del rockabilly. El de “Blue Suede Shoes”). Carl Perkins trajo a sus perros para cazar conejos desde Memphis, con la intención de dar una vuelta por la granja con papá. En realidad, papá y Carl no estaban cazando. Simplemente les gustaba ver a los perros siguiendo el rastro de los conejos. Yo tenía seis años, pero fui con ellos. Siempre iba con ellos.
De manera que los perros de Carl corretearon por el campo, olfateando el rastro de un conejo y salieron corriendo hacia la hondonada. Carl bajo la mirada hacia mí y me dijo: ·Escucha, cielo, quiero que recuerdes este día. Tu padre y yo no llevamos escopeta, pero nos encanta cazar conejos. Recuerda siempre que cazar conejos es como el mundo de la música·
Aquello no tenía ningún sentido para mí. ·¿Qué quiere decir?, le pregunte. El me dijo: ·No se trata de matar al conejo, sino de disfrutar de la cacería·. Papá dice que los perros estaban aullando, que nosotros nos manteníamos así de pie, Carl Perkins, el y yo, y recuerda ese momento como si fuera ayer. Yo no estoy segura de recordarlo tan claramente, pero se que ese día todavía me acompaña. 
Ni uno solo de esos recuerdos me hizo ser quien soy ahora. Ninguno me convenció para ser actriz o música. Pero aquellas horas y días iban sumando. Pequeños momentos se juntan con otros y se convierten en grandes sueños. Una puesta de sol, un paseo, unas pocas palabras sabias. Nos convertimos en lo que vamos viviendo. 

Sublime gracia;


Bueno, creo que ya estoy lista para retroceder hasta el principio de todo. Es difícil recordar algo tan antiguo cuando eres una tipa vieja como yo, pero allá vamos. Muuuucho tiempo atrás.
Se que parece que me tome todo el asunto de Hannah con calma. No crean que no estaba totalmente loca de contenta. Aunque también tenía una ventaja. De pequeña ya había tenido mi primer correspondiente de atención al público. Cuando era un renacuajo, era la sombra de papá. Digamos que el estaba acostumbrado a tenerme cerca. Así que, cuando se iba de gira para dar conciertos (papá siempre fue cantante, lo de actuar le vino mas tarde) quería tenerme a su lado siempre que fuera posible. Y durante una época, papá vivió su carrera en la carretera intensamente. Yo me sentaba en sus hombros ante miles de personas. Viajaba en helicópteros, aviones de reacción, autobuses y limusinas. A veces me hacia subir al escenario para cantar Hound Dog con el, y me han contado que luego tenían problemas para que me bajara. Y al final de cada concierto, cuando los fans le hacían regalos, yo solía correr ante la gente que aplaudía, ayudando a papá a recoger las flores, pulseras y sujetadores, y luego íbamos directamente a un hospital y lo donábamos todo. Excepto los sujetadores, que eran unas hamacas excelentes para mis muñecas.
Cuando tenia dos años recién cumplidos, papá me llevo con el a un tributo a Elvis Presley. Priscilla y Lisa Marie Presley habían organizado ese festival (que se retransmitía en directo por televisión) en la Pirámide, un pabellón con un aforo de 20.000 localidades en Memphis. Había una constelación de estrellas: Aretha Franklin, The Jordanaires, Eddie Rabbitt, Bryan Adams, The Sweet Inspirations, Tony Bennett, todos cantando canciones de Elvis. A papá le llego el turno a mitad del concierto. Canto One night with you mientras yo lo observaba desde bastidores con mi abuela y mi vestidito de fiesta con volados. Entonces, para el gran final, papá empezó a cantar Amazing grace, y todos los demás cantantes salieron uno a uno para unirse con el en el escenario. Era un rock’ n’ roll ablusado, una versión al estilo de Memphis del himno religioso Amazing grace. No se decir realmente si recuerdo aquel momento o si es que me lo han contado tantísimas veces que me parece recordarlo, pero finalmente no pude contenerme mas. Me escape de mi abuela y salí corriendo al escenario. Según cuenta papá, las Sweet Inspirations me recogieron y me subieron en brazos, mirando hacia el público. Allí estaba yo, fijándome en todo, sintiendo el espíritu de aquella canción, la música, y a Elvis tanto como cualquiera… ¡ante miles de personas!
Las Sweet Inspirations me pasaron a los Jordanaires, que a su vez me pasaron a Eddie Rabbitt. (Como una versión de la patata caliente con cantantes famosos). Yo saludaba al público todo el rato, encantada. La última persona que me cogió en brazos fue Tony Bennett (como el cantante famoso que se queda con la patata caliente). Al final de la canción, Bennett me llevo con papá, lo miro fijamente a los ojos y le dijo: ·tienes una niña muy especial·. Cuando papá cuenta esta historia, dice que Tony Bennett lo dijo muy convencido. Como si estuviera diciendo “Hombre, esta niña tiene algo muy especial. Un cierto carisma. Conecta con la gente”. Así es papá. Siempre embelleciendo las historias a mi favor.
No se que decir de Tony Bennett, pero lo que si puedo decir es que no sentí para nada miedo escénico. Estaba con papá, me encantaba la música y me sentía como si aquel fuera mi lugar (como si el escenario fuera un rompecabezas y  yo fuera una pieza que faltaba). O tal vez el rompecabezas era yo y estar en el escenario era una pieza que me faltaba a mí. ¡Ok, digamos simplemente que me sentía mucho mas cómoda sobre el escenario de lo que me siento ahora tratando de inventar analogías!

Creer;


El simple hecho de que hubiera grabado un episodio piloto (el primer episodio de la serie) no significaba que Hannah Montana fuera a ver la luz algún día. Había muchos ejecutivos que tenían que decidir si era lo bastante buena. Si lo aprobaban, la serie resultaría “elegida”, lo que significaba que haríamos mas episodios y que se emitiría. Que era lo que queríamos todos.
Habíamos vuelto a Nashville cuando llego la noticia de que Hannah Montana había sido elegida para trece episodios. Disney me quería en Los Ángeles al cabo de siete días. ¡Siete días! Mamá no quería desestructurar a toda la familia tan rápidamente sin ponernos en un lugar donde pudiéramos sentirnos como en casa. No quería que la mudanza fuera traumática o pudiera ser sentida como un sacrificio por parte de mis hermanos. Mamá es así. No es de las que se deja embelesar por Hollywood o por la idea de que yo sea una estrella. Siempre procura tener una visión de conjunto. De toda la familia. De cómo podemos tener estabilidad y normalidad. Mamá entro en Internet y compro la casa más pequeña que pudo encontrar en La cañada. Así de simple. Como si fuera una camiseta de un catalogo. Mamá es muy del siglo XXI.
Una de las primeras cosas que hicimos cuando llegamos a Los Ángeles fue ir a las oficinas de Disney para darles las gracias. Almorzamos con mis agentes y luego fuimos en un descapotable hasta Disney. Papá y yo siempre íbamos en cuatriciclo por los alrededores de nuestra granja, al estilo sureño. Parecía una experiencia total de ascenso a la cima. Me sentía tan glamorosa en mi descapotable… era una estrella de televisión camino a dar las gracias a los productores. Excepto que cuando entre a la oficina de Gary Marsh, una expresión de terror cruzo su cara.·¿Qué te ha pasado?· , pregunto. El viaje en el descapotable me había despeinado. Y llevaba el pelo teñido en un todo extraño de rubio. Me había arrancado dos dientes. Y, ah si, los aparatos en los dientes. Llevaba aparatos en los dientes. No era una visión demasiado hermosa. Enseguida caí de mi pedestal.
Mis cabellos volvieron al color castaño. Me quitaron los aparatos de los dientes. Me pusieron un puente dental con dientes falsos para rellenar los huecos mientras me crecían mis dientes de adulta. Fue mi primera actuación como estrella de la televisión: tener una excusa para deshacerme de los aparatos en los dientes.
Una vez “arreglada”, quedaban mas cosas por hacer antes de empezar a rodar la serie. Tenían que hacer mi vestuario. Tenia que entrar en un estudio para grabar la música de toda la primera temporada. Ah, y tenían que tomarme la talla para las pelucas. La peluca del episodio piloto era una broma. Ahora tendría pelucas autenticas y caras que se moldearían especialmente para mi cabeza. Si nunca han sufrido una prueba de pelucas, déjenme que les diga que no tiene nada de glamoroso. Te ponen un gorro de peluca, que es como un gorro de natación hecho de media; ponen cinta adhesiva alrededor hasta que se endurece; y luego utilizan esa forma para hacer un molde.
Una vez hechas las pelucas, la serie se puso en marcha. Poco después, hubo una fiesta en el set para el estreno de la serie. Tanto Emily como yo llevábamos un vestido negro. Estábamos muy ansiosas por ver la versión definitiva del episodio piloto (la versión que verían millones de espectadores en Disney Channel). Eso esperábamos.
El episodio era mucho mejor de lo que me esperaba. Vos decís las líneas unas seis veces, setenta veces, y acabas sin tener ni idea de cual elegirán en la sala de montaje, como sonara, ni que aspecto tendrás mientras las dices. Cantas una canción en un estudio y solo imaginas como saldrá con producción de sonido y sincronización. Pero allí estábamos, en la pantalla. Papá, yo y todos mis nuevos amigos. Tengo que admitir que pensé que éramos bastante impresionantes. Pasara lo que pasara, aquel era mi momento, y jamás lo olvidare.
Al día siguiente fui a un parque de atracciones con mi tía. No pensamos en la serie. No teníamos ni idea de lo que eran los índices de audiencia. No se nos ocurrió que, de hecho, la gente había visto mi cara en la televisión la noche antes. Íbamos de camino a la montaña rusa cuando seis niñas de trece años se me acercaron corriendo y me pidieron un autógrafo. ¡En mi interior hice un flic-flac con salto mortal hacia atrás de alegría! ·Claro·, les dije, con un exceso tal de entusiasmo que estoy casi segura de que asuste a mis primerísimas fans (que eran mas altas que yo). En ese momento me di cuenta de queHannah Montana no era simplemente un trabajo nuevo que me encantaba. Había gente que nos veía. Gente de verdad, que me reconocía en la calle. Ya no era únicamente Miley Cyrus. Llevaba a Miley Stewart y a Hannah Montana conmigo. Era raro. Era genial. Solo tenía doce años.
¿Han practicado alguna vez su firma en las libretas de la escuela o mientras hablan por teléfono? Yo si. Pagina tras pagina, donde debería haber estado tomando apuntes, estaba llena con mi nombre, acompañado de tipo de garabatos y floriculturas. Sabia como firmar mi nombre, pero, ¿Qué mas quería decirles a aquellas niñas, mis primeras fans? Recordé lo que habría querido oír Hannah Montana, sentada nerviosa en una sala de espera, cuando solo era una entre cincuenta aspirantes. Recordé lo que habría querido oír mientras estaba sola en cuclillas en el baño del colegio, cuando estaba al límite. Recordé lo que habría querido oír mi pez cuando su mejor amigo mordió el polvo. Ahora sabía exactamente lo que quería escribir. Me tome un buen rato para aquellos seis primeros autógrafos, asegurándome de que quedaran perfectos. 

La pérdida de Pappy;


Antes de volver a los aparatos en los dientes, quiero hablarles de Pappy, que es como llamábamos a mi abuelo por parte de padre. Mientras grabábamos el episodio piloto, papá iba volando de aquí para allá entre el set de Hannah Montana y la cabecera de la cama de Pappy. Mi abuelo estaba enfermo, muy enfermo, con un cáncer de pulmón, pero todos los recuerdos maravillosos que tengo de el estaban en mi cabeza mientras trabajaban. Se que el quería que persiguiera este sueño. 
Mi abuelo tenía una cabaña de troncos en Cave Run, Kentucky, el lugar más maravilloso de la tierra. Por la mañana, nos preparaba beicon y nos contaba alguna historia disparatada sobre que tramaban los perros o que decían los vecinos.
Cada uno de los niños teníamos una habitación en el piso de arriba de su cabaña. Siempre que íbamos a visitarlo, me dirigía a mi habitación la primera noche y el había puesto una vieja alfombra de piel de oso en el suelo, con la cabeza asomando. Siempre me daba un susto de muerte. Pero el abuelo era así. Me encantaban sus bromas. Y también me encantaba como olía. Utilizo durante años el mismo desodorante (una marca típica del país) y ahora siempre lo tengo a mano porque me recuerda a el. 
Pasábamos mucho tiempo en aquella cabaña, haciendo el tonto todo el día. Yo solía cambiar el mensaje de su contestador automático para que dijera: ·Hey, gracias por llamar a mi abuelo·, y luego soplaba un silbato que sonaba como un tren (chuuu, chuuu, chuuu) y añadía: ·Lo quiero mucho y espero que tu tambien lo quieras· (Si lo hubieran conocido seguro que lo hubieran querido)
La cabaña estaba cerca de una montaña en la que había una cueva. Durante el día, mi abuelo nos ayudaba a Brazz, a Trace y a mi (mi hermana Noah  todavía no había nacido) a buscar puntas de flecha y encontrar el rastro de murciélagos. Mi abuelo era un niño gigante. Cuando íbamos a pescar, el abuelo conducía delante con su viejo coche y papá lo seguía, conduciendo lentamente, incapaz de seguirlo. Papá suele conducir con mucho cuidado (excepto si conduce una moto todo terreno o un cuatriciclo) 
El abuelo tenía la voz ronca como yo y una barriga que siempre sobresalía un poco, como si acabara de darse un atracón. Siempre estaba diciendo refranes de sabiduría popular que para alguna gente no tenían sentido, aunque si para mi (habitualmente). Si yo hablaba de alguien que me hacia enfadar, el decía: ·cuanto mas pisas la mierda, mas apesta· o ·si los dejas fuera de combate, no hace falta ningún juez· (esto se lo decía siempre a papá porque había sido boxeador). Si me ponía algo, por ejemplo, un sombrero, y le preguntaba: ·¿Te gusta mi sombrero Pappy?, y no le gustaba, me contestaba: ·Si, por supuesto, me gustaría tener dos como este. Uno para cagarme dentro y el otro para taparlo·. Entonces mi papá intervenía: ·Si, a mi también·. Y yo decía: ·No tengo ni idea de lo que estan hablando·. No me importaba, sin embargo. Siempre fue el mejor abuelo que uno pueda imaginarse.
Mi abuelo siempre fue un buen espectador. Las escaleras de su cabaña llevaban a un desván, y cuando yo era pequeña (cinco o seis años), solía preparar una actuación, y bajaba las escaleras cantando a grito pelado la canción Tomorrow, del musical Annie. Mi abuelo aplaudía, silbaba y decía: ·Sube otra vez y repitelo·. Y yo subía y me comía el mundo. Y, cuando estaba en la cabaña, siempre tocaba su piano. Nunca fui a clases de piano, pero me gustaba (y todavía me gusta) dejar que mis dedos tintinearan sobre las teclas. Mi abuelo llamaba a ese tintineo “la canción de la lluvia”.
Así fue como termine escribiendo la canción I miss you para mi abuelo. Estaba tan enfermo… yo sabia que se estaba muriendo, y lentamente también moría mi corazón. No podía imaginar la vida sin el. Fue la canción que mas me costo escribir. Estaba trabajando en ella con Wendy, una buena amiga de mamá, y estaba sufriendo horrores. Finalmente dije: ·No puedo seguir escribiendo, tengo que parar·. Pero sabia lo que quería decir mi corazón, y lo que tengo en el corazón siempre encuentra su camino hasta la punta de mis dedos. Así que nos obligamos a continuar y terminamos la canción. Tenía muchas ganas de que mi abuelo escuchara I miss you antes de morir. Nunca pude cantarla para el pero, poco antes de morir, papá le puso al abuelo un corte de la canción y me gustaría creer que le dio esperanza, tal como el continua dándome esperanza.
Mi abuelo decía que no pensaba morirse antes de que den Hannah Montana por la tele, pero falleció dos días antes del estreno. Aun así, si que pudo ver la cinta del episodio piloto. Y se que se sentía orgulloso. 
En el sur de los Estados Unidos, los funerales son como bodas. Todo el mundo se presenta con enormes sombreros para presumir y dar el pésame. Prácticamente es una reunión familiar. En el funeral de mi abuelo no podía ver nada excepto a el. Estaba en un ataúd abierto y yo quería tocarle la mano por última vez, como despedida. Pero no quería recordarle de aquella manera, así que me quede atrás. Aquel momento todavía me atormenta. 
Tras la muerte del abuelo, seguí dando vueltas a su fallecimiento. Si han perdido a un abuelo, tal vez ya saben lo que significa. Lo echaba de menos. Y todavía lo echo de menos. Llore su muerte. Y todavía la lloro. No dejaba de pensar que le había prometido que lo dejaría que nos llevara a mi hermana mayor Brandi y a mí a King’s Islands (un parque de atracciones), pero nunca tuvo la oportunidad. Me quede atascada en las veces que no hable con el por teléfono. Había un mensaje de voz de mi abuelo guardado en nuestro contestador automático, y lo escuchaba una y otra vez, porque cada vez era como si lo recuperara y no se hubiera marchado nunca.
Entonces tuve un sueño. Era el abuelo, que quería que siguiera adelante. Me decía: ·No puedo marcharme si te agarras tan fuerte a mi. No puedes dejar que mi muerte detenga tu vida·. Cuando me desperté, su voz estaba tan viva en mi cabeza que era como si se hubiera despedido y hubiera salido por la puerta. Por la fuerza de la costumbre, fui al teléfono para escuchar su mensaje de voz. Ya no estaba. Borrado. Se había ido flotando por el éter. Como si mi abuelo me pidiera que lo dejara ir en paz.
Papá ha heredado la tendencia de mi abuelo de hablar con galimatías. Puede decir: ·Lo que es bueno para las ocas es bueno para los ganzos·. El otro día dijo “espita” en vez de “grifo”. Tanto papá como yo hemos adoptado expresiones sureñas típicas del abuelo. Y finalmente comprendí que no importaba si dejaba que mi abuelo se marchara. Siempre estaría con nosotros. 

14.7.11

¿Hannah que?;


Mientras grabábamos el episodio piloto, los de Disney me hicieron saber que había otra pequeñísima cosa que quería que hiciera. Un concierto. Exacto, querían que actuara en un concierto como Hannah Montana ante una multitud de personas que no tenían ni idea de quien era yo, antes incluso de que empezara la serie. Cuando llego la gran noche, yo era un manojo de nervios. Por supuesto, ya había estado entre bastidores, e incluso sobre el escenario con papá en muchos conciertos. Pero ahora se trataba de canciones nuevas, coreografía nueva, bailarines nuevos, atrezo y cambios de vestuario. Y sin papá. Toda la atención estaría puesta en mí. 
La multitud que se acercaba al teatro Glendale Centre (no muy lejos de los estudios Disney) no sabría ni a quien ni que iba a ver. Solo sabrían que verían a una chica desconocida llamada Hannah Montana, y que tenía algo que ver con una serie de Disney. Y que era gratis. Estoy segura de que a algunas de esas personas desearían viajar en el tiempo y vender esas entradas gratuitas por billetes gordos.
Estaba segura de que no se presentaría nadie al concierto. ¿Quién querría ver a una cantante desconocida? Cuando empecé, tenía miedo de fracasar (y me sentía estúpida por fingir que era una estrella rutilante cuando nadie sabía quien era). Eran tan raro… Entre canción y canción, susurraba al micrófono y salía corriendo del escenario como un ratoncito para preguntarle a mamá y a los productores si lo estaba haciendo bien
Luego, creo que mientras cantaba Pumping’ up the party, me di cuenta de que a la gente le estaba gustando. Parecían encantados de ver el espectáculo. Eso me dio un segundo de pausa (mentalmente, pues no deje de cantar, por supuesto) y me di cuenta de lo que me estaba ocurriendo. No importaba lo rara y forzada que fuera aquella actuación. Pensé para mi misma “estoy contenta de estar aquí. Muy contenta”. A partir de ese momento, empecé a soltarme. Más tarde supe que Gary Marsh, un ejecutivo de Disney Channel, se giro hacia mamá y dijo: ·No ha tardado en adaptarse·.
Hacia el final del concierto, el público estaba de pie, aplaudiendo y gritando: Yo corría por el borde del escenario, chocando palmas con el público, improvisando. Me estaba divirtiendo. Estaba ocurriendo realmente. Era mi momento.
Parte de ese concierto se sigue utilizando en la serie, como si fuera una especie de video musical de Hannah. Utilizan el materia de Pumping’ up the party, conmigo en pijama, en la secuencia inicial y a veces para promocionar la serie.
Y, cuando acabo el piloto, me pusieron aparatos en los dientes.

Chloe Stewart;


¿Se pueden imaginar lo que significa que tus compañeras de clase te hagan la vida imposible, no tener ni siquiera una amiga, y luego mudarse a Hollywood para hacer castings con multitud de chicas ansiosas para interpretar a tu mejor amiga en una serie de televisión? A la aspirante al papel de Lilly con la que había coincidido en la prueba unos meses antes (¿Aquella de pelo tan oscuro del día en que, antes de conocerla, tuve que cambiarme la falda manchada de cola?) no volví a verla jamás.
Mientras las nuevas Lillys en potencia hacían la prueba, mamá hizo amistad con alguna gente del casting. Ellos bromeaban diciendo que papá estaba buenísimo. Y mamá dijo en broma que deberían traerlo para hacer el papel de mi papá en la serie. Y entonces (según cuenta mamá) todo el mundo se quedo como diciendo “Un momento, ¿en serio?”
Mamá me hizo sentar en la mesa de la cocina para hablar de eso. Me encantaba la idea de tener a papá cerca, pero me preocupaba la idea de que, si le daban el papel, la gente creyera que lo habían elegido a el primero y que a mi me habían contratado por él. A papá también le preocupaba lo mismo. Dijo: ·este papel esta hecho para ti. ¿Y si meto la pata?·
Pero todos teníamos muchas ganas de encontrar la manera en que nuestra familia pudiera permanecer junta. Papá había pasado mucho tiempo en Canadá. Siempre estaba viajando de aquí para allá. Si el episodio piloto era un éxito y decidían convertirlo en una serie, entonces yo tendría que mudarme a Los Ángeles. ¿Se desgarraría entonces la familia? ¿Cómo iba a funcionar? Fue entonces cuando mamá dijo: ·Bueno, hemos hablado mucho de como el personaje de Hannah Montana esta hecho a tu medida. ¿Y si el padre de Hannah Montana estuviera hecho a la medida de Billy Ray?·, decidimos dejarlo en manos del destino.
Ya habían reducido la lista de potenciales papás para mi – o mejor dicho para Hannah Montana – a dos. Ahora añadieron a papá a la lista. Papá llego, echo un vistazo a los otros dos actores, señalo al más apuesto y dijo a los productores: ·contraten a este tipo. Quiero que el programa de mi hija sea un éxito·  Pero luego lo llamaron para que lea unas líneas conmigo.
Estar sentada en la mesa de conferencias con papá fue algo completamente surrealista. ¡Quiero decir que es mi padre! Estuvimos bromeando y riendo juntos. Hicimos nuestro saludo secreto, que es bastante complicado y tonto. Cantamos juntos (creo que fue la canción de papá I want my mullet back). Mamá estaba fuera en la sala de espera con los otros dos papás. Cuenta que se me podía oír diciendo: ·¡Papá te estas saliendo del guion!·, y todo el mundo se moría de la risa. Pero parece ser que fue durante I want my mullet back cuando los otros dos posibles papás se miraron el uno al otro y dijeron: ·estamos perdidos·
Y tenían razón. Le dieron el papel a papá. Habíamos estado rezando para encontrar la manera de mantener a la familia unida, y aquí teníamos una solución totalmente inespererada y loca. Ya nos arreglaríamos con los rumores sobre a quien le habían dado el papel antes. ¡Pero ahora, estábamos entusiasmados de poder estar en el mismo país!
Que eligieran a papá fue genial. Pero el resto de los personajes también estaban decididos y ahora tenía a otros compañeros de reparto. Chloe Stewart (el alter ego de Hannah) tenia un hermano, Jackson (Jason Earles). Y tenía dos amigos íntimos, Lilly (Emily Osment) y Oliver (Mitchel Musso). Y si tengo que ser totalmente sincera, al principio me sentía intimidada por ellos. Emily había salido en montones de anuncios, programas de televisión y en la película Spy Kids. Mitchel había aparecido en un par de programas y películas de televisión, incluida Life is Ruff, que era de Disney, y sabia lo que hacia. Yo había hecho, hummm, unos pocos episodios en la serie de mi padre, Doc, que era un drama, y un par de líneas en una película. Una vez, en Alabama. Nunca había hecho comedia. Así que allí estaba yo, tratando de ser graciosa y de actuar y cantar y bailar y parecer cool, y de que quedara claro que no tenia el papel por mi papá, y tratando de hacer amistad con los coprotagonistas, mientras llevaba una peluca rubia barata de Hannah la mitad del tiempo. ¿Y saben que? Enseguida me pareció todo más fácil y mucho más natural que estar sentada en la cafetería escolar de sexto año.
Ah, y acerca de Chloe Stewart. Les suena el nombre ¿verdad? Hay una razón. Verán, mi autentico nombre es Destiny Hope Cyrus. Todo el mundo me llamaba Miley. El nombre de mi personaje era Chloe Stewart. Eran demasiados nombres. Así que descartaron el nombre que resultara más fácil de desechar. El nombre de mi personaje cambio por Miley Stewart. Y la gente todavía se confunde. Yo no me confundo. Soy Miley en la vida real. Y soy Miley en la serie (excepto cuando soy Hannah). En el único lugar donde no soy Miley es en mi certificado de nacimiento, que ya no sirve porque me cambie el nombre legalmente. Y cuando llegue el glorioso día, en mi permiso de conducir dirá Miley.